Eso de las coronas y las inscripciones en letras doradas no significa nada, cuesta un dineral y, pensándolo detenidamente, tampoco me sirve de nada, por mucho que me honre. Es más bien algo para los "familiares", los "deudos". Por consiguiente estoy a favor de las donaciones que sustituyan las coronas. Ahora bien, un ataúd desnudo, carente de decoración, tampoco funciona. El cadáver, de por sí frío, se congela ahí dentro en su angosto féretro. Por eso apuesto, como toda persona inteligente, por el "término medio". Que impriman unas cartulinas bonitas y sencillas rodeadas de un recuadro negro y ancho y las cuelguen de cordones de seda negra alrededor de todo el ataúd. Y que en ellas ponga con letras bien visibles: En sustitución de una corona, para la Sociedad Vienesa de Socorro y Proteccion de Menores: El Prager Tagblatt, tanto; Die Dame, Berlín; S. Fischer, editor, Berlín; Te recordaré in aeternum, Anna P.; Para mi poeta, Sofie G. Luego pido, para dar un poco de color al asunto, que los grandes diarios vieneses, que no harán donaciones para sustituir las coronas por la sencilla razón de que nunca habrían enviado coronas, me cuelguen entre las cartulinas unas coronas de paja grandes y bonitas, atadas con viejo esparto, pues al menos en la muerte la persona ha de saber de manera cabal cómo lo veía cada uno en la vida.
Atentamente: El finado.
Tomado de: Páginas escogidas. Grijalbo - Mondadori.
Edición de Adan Kovacsis