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LA PALOMA por Benito Del Pliego


-"Lo que baja del cielo y come de tu mano, mide en ese gesto tu poder y tu ternura.

Un arrullo celebra lo que ya no eres, y ese canto te recuerda por qué no lo cantas.

El ojo conmovido que te ve es ventana para el ojo que te acecha. Esta palma donde comes confiado, ¿es su cepo o el tuyo?

Tomado de "Zodiaco"

MASA por César Vallejo



Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: «No mueras, te amo tanto!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Se le acercaron dos y repitiéronle:
«No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando: «Tanto amor, y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: «¡Quédate hermano!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vió el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar…

LÁZARO por José Asunción Silva


Ven, Lázaro! gritóle
El Salvador, y del sepulcro negro
El cadáver alzóse entre el sudario,
Ensayó caminar, a pasos trémulos,
Olió, palpó, miró, sintió, dio un grito
Y lloró de contento.

Cuatro lunas más tarde, entre las sombras
Del crepúsculo oscuro en el silencio
Del lugar y la hora, entre las tumbas
De antiguo cementerio
Lázaro estaba sollozando a solas
Y envidiando a los muertos.

Tomado de "Cenizas"

EL DIABLO Y YO por Jaime Sabines


El diablo y yo nos entendemos
como dos viejos amigos.

A veces se hace mi sombra,
va a todas partes conmigo.

Se me trepa a la nariz
y me la muerde

y la quiebra con sus dientes finos.
Cuando estoy en la ventana

me dice ¡brinca!
detrás del oído.

Aquí en la cama se acuesta

a mis pies como un niño
y me ilumina el insomnio

con luces de artificio.

Nunca se está quieto.

Anda como un maldito,
como un loco,
adivinando
cosas que no me digo.
Quién sabe qué gotas pone

en mis ojos, que me miro

a veces cara de diablo
cuando estoy distraído.
De vez en cuando me toma

los dedos mientras escribo.
Es raro y simple. Parecea veces arrepentido.
El pobre no sabe nadade sí mismo.
Cuando soy santo me pongo

a murmurarle al oído
y lo mareo y me desquito.

Pero después de todo

somos amigos

y tiene una ternura como un membrillo
y se siente solo el pobrecito.

Tomado de "La Señal". 1951
Incluido en Recuento de poemas. Planeta 1997